Origen de la vida en la Tierra


Las estimaciones relativas a la antigüedad de nuestro planeta se encuentran aceptadas actualmente de forma unánime tanto por geólogos como astrónomos. Esta edad se ha obtenido por medio de dataciones radiométricas realizadas tanto en rocas y minerales terrestres, como en muestras Lunares y rocas procedentes de otros cuerpos planetarios que han llegado a la Tierra en forma de meteoritos. La similitud obtenida por las diversas dataciones ha demostrado que todos los cuerpos planetarios presentan un origen común y que su diferenciación debió producirse prácticamente al mismo tiempo.

La Tierra como cuerpo planetario, fue durante sus primeros estadios un sistema muy energético, aunque con gradientes geotérmicos muy variables. Su diferenciación tuvo lugar con bastante rapidez y culminó con el origen del núcleo y la atmósfera primigenia.

El origen del núcleo, según el geofísico de la Universidad de París Claude J. Allègre, tuvo lugar probablemente hace 4.440-4.410 millones de años. El impacto de los planetesimales provocó la fusión del hierro terrestre y su descenso al interior para formar el protonúcleo. La Tierra semifundida y aún en crecimiento acumulaba nuevas partículas metálicas que se añadían al núcleo, por contraste de densidad con el manto; cuyos silicatos no superaron el 20% de fusión durante este proceso de acreción.



La mayoría de los autores descarta la existencia de un océano de magma superficial, como el que parece pudo haber en la Luna; sin embargo, si que suponen un nivel profundo en estado fundido, precursor de la astenosfera actual. La litosfera provisional de naturaleza basáltica tuvo que ser intensamente bombardeada por asteroides al igual que el resto de las superficies planetarias en estos primeros estadios de la formación de los planetas. Las primeras rocas, probablemente de composición basáltica, debieron de situarse en equilibrio inestable sobre una capa fundida hasta constituir una corteza primigenia.

El progresivo enfriamiento y del planeta llegó a desarrollar un manto y una corteza primigenia de forma paralela a la diferenciación del núcleo. Al mismo tiempo, la diferenciación terrestre comenzó a emitir una gran cantidad de gases que dieron lugar a una atmósfera primitiva; compuesta principalmente por dióxido de carbono y nitrógeno, y en menor cantidad por metano, amoníaco, dióxido de azufre y ácido clorhídrico. Los procesos de contraste de densidades y evolución magmática dieron como resultado la aparición de magmas, enriquecidos paulatinamente en ciertos elementos (sílice, aluminio, sodio, potasio, etc.), cuya cristalización originó las primeras rocas graníticas.

Los fragmentos estables de corteza terrestre debieron situarse en un principio sobre zonas convectivas ascendentes, donde la acumulación de rocas graníticas acrecionó una incipiente corteza terrestre. Los magmas graníticos contenían en su composición una serie de impurezas (elementos químicos en pequeñas concentraciones); de entre las cuales el circonio, dio origen al mineral circón. Mediante el estudio de los circones (minerales de gran resistencia frente a la erosión), se descubrió que podían permanecer estables durante miles de millones de años y servir como indicadores de la corteza más antigua del planeta, ya que podían encontrarse en depósitos sedimentarios tras haber completado varios ciclos de erosión-sedimentación. Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia encontró en el Este de su país circones con edades comprendidas entre los 4.100 y 4.300 millones de años. Es razonable considerar, por consiguiente, que la corteza primigenia debió originarse en esa época.

La Tierra en estos primeros cientos de millones de años debió de ser un lugar demasiado caliente como para que las rocas se consolidasen de forma permanente. Debido a ello, este espacio de tiempo ha recibido el nombre de Hádico (en referencia al infierno de la mitología griega, Hades). Algunos autores consideran al Hádico como la era más antigua del Arcaico.